La Leyenda de Artabán
Cuenta la leyenda que el cuarto rey mago residió en el monte Ushita hacia el año 4 a.C. y que tenía un don para descifrar los oráculos de Zoroastro, él fue contactado por los emisarios de Melchor, Gaspar y Baltasar, quienes le avisaban de la estrella de Belén que anunciaba el nacimiento del que sería el rey de reyes. Según la versión de la leyenda, Artabán eligió una bolsa de perlas como obsequio para Jesús, aunque otras como la de Juan Manuel de Prada mencionan que eligió:
«un diamante de Méroe, que repele los golpes del hierro y neutraliza los venenos; un jaspe de Chipre, que estimula el don de la oratoria; y un rubí de las Sirtes, cuyo fulgor disipa las tinieblas del espíritu».
Artabán se ve obligado a viajar solo a través del desierto, con la estrella de Belén como su única guía, sin embargo, en su viaje se encuentra con distintas situaciones que lo hacen despojarse de la ofrenda para el niño Dios. Artaban se preguntaba: ¿qué podía hacer si la gente le pedía ayuda? ¿Cómo podría ayudar a quien lo necesitaba?. La primera la entrega después de encontrarse con un viajero herido que ha sido despojado de sus bienes, posteriormente también intenta salvar la vida de un pequeño que sería asesinado bajo las órdenes de Herodes, sin embargo, al intentar intercambiar una de sus joyas por la vida del pequeño, Artabán es encarcelado, por lo que nunca logra llegar al pesebre y ofrendar sus perlas a Jesús.
Así pasaron los años y en su larga tarea por encontrar a Jesús ayudaba a toda la gente que se lo pedía, treinta y tres años después el viejo y cansado Artaban llego al monte Gólgota para ver la crucifixión de un hombre que decían era el Mesías enviado por Dios para salvar al mundo.
Con un rubí en su bolsa y dispuesto a entregar la joya pese a cualquier cosa, justo en el momento frente a él se apareció una mujer que era llevada a la plaza para venderla como esclava y pagar la deuda de su padre, Artaban entrego la piedra preciosa a cambio de su libertad.
Triste y desconsolado se sentó junto al pórtico de una vieja casa y en ese momento la tierra tembló y una piedra golpeo su cabeza, moribundo y con sus últimas fuerzas, el cuarto rey imploro perdón por no haber cumplido su misión de adorar al Mesías. En ese momento, la voz de Jesús se escucho con fuerza: tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estuve desnudo y me vestiste, estuve enfermo y me curaste, me hicieron prisionero y me liberaste, Artaban, agotado preguntó ¿Cuándo hice yo esas cosas? Y justo en el momento en que moría, la voz de Jesús le dijo: todo lo que hiciste por los demás lo has hecho por mí, pero hoy estarás conmigo en el reino de los cielos
Otra de las versiones, en específico la de Henry Van Dyke, publicada a mediados del siglo XIX ha inspirado otro tipo de teorías como la de Mark Kidger, un especialista del Centro Europeo de Astronomía Espacial. Él explica que en dicha versión Artabán se pierde debido a que la posición de la Luna en conjunción con la estrella, le impidió observarla, perdiendo así su rumbo y su oportunidad de dejarle su ofrenda al niño Dios.
Sea cierto o no, la imagen de los Tres Reyes Magos se ha extendido a través de las tradiciones religiosas, del mismo modo, incluso han sido representados en el cielo; por ejemplo, es común escuchar que las tres estrellas que conforman el cinturón de la constelación de Orión son llamadas “los Tres Reyes Magos”. Por otro lado, a pesar del olvido, la historia de Artabán responde a ciertos ideales que considerando la moral religiosa se compaginan a la perfección, como la benevolencia y la caridad.